Otra catástrofe: el Mar de Aral

Iniciado por Eye del Cul, Diciembre 08, 2011, 12:23:31 AM

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Eye del Cul



¿Un barco pesquero en medio del desierto? ¿Pero cómo...?

Bueno, resulta que allí no siempre hubo un páramo de deprimente hierba marrón. Hasta hace más o menos dos décadas, esa tierra se hallaba sumergida bajo el Mar de Aral, una gran extensión de agua que abarcaba unos 68.000 kilómetros cuadrados --más de dos veces la extensión de la Comunidad Valenciana--. Situado entre las antiguas repúblicas soviéticas, hoy independientes, de Uzbekistán y Kazajistán, y alimentado por los caudales de los ríos Amu Daria y Syr Daria, a su alrededor existió una industria pesquera que llegó a emplear a cerca de 40.000 personas.

¿Qué pasó, entonces?

En la década de 1940 a los planificadores de la URSS se les ocurrió que sería fabuloso irrigar las estepas de Uzbekistán para cultivar en ellas arroz, verduras y --sobre todo-- algodón. Como las estepas son, por definición, lugares bastante secos, el plan requería construir una masiva red de canales que tomara el agua de los ríos Amu Daria y Syr Daria para destinarla a la agricultura. Y sí, lo lograron. Uzbekistán puede presumir hoy de ser uno de los mayores exportadores mundiales de algodón; que tal logro sirva para algo, competiciones de penes entre países aparte, es otro asunto...

El problema es que el agua desviada a los campos uzbekos ya no alcanzaba el Mar de Aral; de hecho --y al igual que sucede aquí con nuestro río Turia--, los soviéticos lograron secar casi por completo los últimos tramos del Amu Daria. Y a consecuencia de ello el mar comenzó a secarse y su nivel a disminuir. Al principio se trató de un proceso poco perceptible, pero fue acelerándose, y en la década de 1980 las aguas del Mar de Aral bajaban nada menos que 80 centímetros por año. Las poblaciones costeras se encontraron de repente situadas tierra adentro, a medida que las orillas iban retrocediendo.

La industria pesquera, por supuesto, se hundió por completo. No sólo había menos extensión en la que pescar, sino que las poblaciones de peces --en realidad, toda la flora y la fauna del Mar de Aral-- sufrieron un colapso debido al aumento de la salinidad. Esto es obvio, claro; a menos agua, más concentración de sal...

Otros efectos del desastre no son tan fáciles de deducir. Por ejemplo, el retroceso de las aguas ha dejado al aire libre el antiguo lecho marino, con grandes acumulaciones de sal que los vientos barren y diseminan por toda la región..., incluidos los campos de cultivo de Uzbekistán, en una ironía del destino. Esto, claro, provoca el aumento de la salinidad de la tierra y la consiguiente merma de los rendimientos agrícolas. Y eso sin contar las consecuencias sobre el clima --hoy más errático, seco y extremo-- que ha tenido la desaparición del Mar de Aral. O incluso sobre la salud de la gente que todavía vive en la zona; obviamente no es bueno respirar periódicamente en las nubes del polvo, sal y contaminantes industriales que antes dormían plácidamente bajo las aguas.

Y el caso es, los planificadores soviéticos no eran estúpidos, al menos no más que nosotros. Ya en 1960, cuando el problema apenas había comenzado y sus efectos resultaban aún muy discretos, sabían perfectamente qué estaba ocurriendo; podrían haber dado marcha atrás entonces, pero no lo hicieron. En la URSS no resultaba prudente cuestionar las decisiones tomadas desde arriba. Sin embargo, la esencia del asunto radica en la simple arrogancia --"somos un país con muchas máquinas que puede lograr cualquier cosa, los beneficios compensan los costes, es el precio del progreso"--. En este aspecto, no eran tan diferentes de nuestros economistas.

Puede ser tentador pensar en el Mar de Aral y sacudir la cabeza --"están locos estos romanos"--; fue una locura cometida por gente miope, como tantas otras que se han llevado a cabo dentro y fuera de la URSS. Pero en esencia tampoco resulta muy distinto a llenar Andalucía y la costa mediterránea de campos de golf y casitas con jardín; la diferencia es una cuestión de escala. Los soviéticos la cagaron a lo grande, nosotros preferimos ir enfangándonos poco a poco. En todo caso, bueno, muchos acuíferos de la Comunidad Valenciana están sobreexplotados y algunos son ya inutilizables... Y el golf en zonas áridas es una idea tan absurda y frívola como plantar algodón en las estepas de Uzbekistán.
«Porque buscar a alguien patético en Internet es como buscar caballos en un establo: encontrarás alguno, seguramente» -- Phobos Anomaly